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Zacatecas
sábado, noviembre 23, 2024

Cámara grabando: la tarde en una sex shop zacatecana

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Es el anuncio de bienvenida. Obvio, no tranquiliza a nadie.

Sábado por la tarde; hora de buscar donde «entrepiernarse» pero antes, un juguete que rompa con la rutina del sexo.

Al entrar, una repisa con artículos para despedidas de soltero; más al fondo, baby dolls, disfraces y ropa de mujer. Más allá aceites, condones y pastillas «para aguantar más de uno».

Y al fondo, lo mejor (o lo que puede dar más miedo): artículos para sadomasoquismo, bondage (si se quedan leyendo, les explicamos), vibradores, consoladores y demás artículos para olvidarse de la cotidianidad.

Dicen los que van por primera vez que cuando se entra a la sex shop, pareciera que todo el mundo lo observa; en realidad la única que pone atención es la cámara de seguridad que se mantiene atenta a los movimientos de la gente.

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Pero en esta tarde sabatina, no les quita la «mirada» a los 8 clientes que se acercan a esa hora a buscar «algo».

La sex shop es cómplice de miles de historias y en un día cualquiera todo puede pasar.

Dos adolescentes –hombres- se mueven sigilosamente por miedo a que los vean. Quizá es su primera vez…

Con un gran esfuerzo logran llegar hasta el área de videos donde -con un poco de rubor- se arman de valor y toman las películas donde las chicas disfrutan la compañía de su mismo sexo.

Al salir se topan con una joven que, acompañada de su mamá, buscan artículos para la despedida de soltera.

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La progenitora parece niña en dulcería mientras que la agasajada se ovilla para no ser descubierta en esa tienda… ¿por pena? ¿por el entusiasmo materno? o quizá porque la madre es una experta y sabe perfectamente que buscar: todos los artículos posibles con forma de pene.

Al fondo, una pareja heterosexual ríe al observar los consoladores que parecen como una broma por el tamaño que tienen… y por el precio.

Son los únicos valientes en comprar algo: un pequeño artículo de goma que encontraron cerca del área de bondage (o sea, para atar a la pareja a la cama o a donde se pueda) y que, según parece, hará de la tarde del sábado menos rutinaria.

La mirada penetrante de quien atiende, incomoda a pesar de que ofrece su ayuda ante cualquier duda; parece juzgar al ver los gustos de cada persona pero, igual es parte del delirio de estar dentro de una sexshop, donde todos tienen la libertad de vivir sin que a los demás les incomoden sus preferencias.

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