Han pasado tres semanas desde el día de la elección.
Y después de reunirse con los candidatos ganadores del movimiento y el Frente, en la antesala esperan los aliados naturales.
Lo dijimos el pasado 18 de julio, en La Bendición.
«Al Contador no le corre prisa reunirse con los alcaldes priistas que nada le deben al Primer Priista de Zacatecas; mucho menos después de que afirmara que “el que ganó, ganó”. Una brutal verdad de Perogrullo».
Tampoco le corre prisa la consulta a las bases que podría realizar el PRI para renovar la dirigencia estatal del alicaído (que no derrotado) partido en el poder, aunque los priista necesiten un pastor para reencontrar el camino perdido.
¿O será que ya tiene un candidato lo suficientemente disciplinado como para preocuparse?
Porqué si de disciplina hablamos, Gustavo Uribe es la personificación de esa cualidad.
Al triunfo del PRI en 2016, Carlos Peña Badillo se perfilaba como el hombre que encabezaría los esfuerzos de la bancada tricolor en la Legislatura… pero no fue así. La decisión recayó (como compensación a un priismo que fue alejado de la candidatura del Contador) en Gustavo Uribe.
Procedente de Pinos, el bastión del tricolor en Zacatecas aún en los peores tiempos del perredismo, Uribe fue alcalde, subsecretario del Campo pero sobre todo (y como lo marcan los cánones), un hombre institucional y disciplinado.
Y eso le valió para ser nombrado coordinador de la fracción parlamentaria priista.
Pero ¿es Gustavo Uribe el hombre que necesita el PRI en este momento histórico?
Es probable que no. Uribe es un hombre conciliador y quizá un político que escucha y no pierda los estribos.
Pero ¿y el trabajo sucio?
Se podría realizar desde la la Secretaría General con una mujer que no tenga miedo a pactar; que saque acuerdos a pesar de las diferencias y ponga orden en medio del caos que enfrenta el Revolucionario Institucional; una priista a toda prueba.
Porque así como están las cosas, descuidan a un priista dos minutos y se va al movimiento.
La bendición
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