“El pacto diabólico en la cultura popular actual. Un caso en la música de banda”, fue la conferencia ofrecida por el investigador Alberto Ortiz.
Ello, como parte del ciclo de conferencias “De la Academia al Museo”, que realiza el Doctorado en Estudios Novohispanos en conjunto con el Museo de Guadalupe
En su ponencia abordó la figura del diablo, que describió como “un personaje de amplio espectro cultural, que sigue siendo un referente en la simbología de la maldad preternatural y humana”.
Destacó que la actualidad del tema contrasta con el discurso demonológico.
“Resulta interesante la paradoja: el diablo persiste en nuestra contigüidad como mercancía, espectáculo y recreación, a la vez que, mediante sustanciales procesos de transculturación, mantiene sus facultades ilusorias”.
El ponente analizó con profundidad un corrido de tipo norteño, al estilo de las bandas sinaloenses: “Mi padrino, el diablo”, composición de Josué Ricardo Lozoya y Martín Castro, interpretada por la banda “La Trakalosa de Monterrey”.
La canción cuenta la historia del protagonista que fue un niño maltratado, de padre alcohólico y madre impotente para defenderlo, vuelto niño de la calle.
Un día se encontró con el diablo que le propuso un pacto, apadrinarlo, a cambio de su alma.
Luego, el chico anda en las Vegas con unas plebonas -regionalismo del norte de México para referirse a mujeres jóvenes y muy guapas-, manejando un Ferrari y vistiendo a la moda”.
Ortiz los llevó a reflexionar sobre la situación actual, es decir, el diablo que hoy gangrena nuestra sociedad, es un estado fallido dominado por cárteles de droga y delincuencia, con afán de riquezas y poder rápidos.
Pero también, les enseñó las diferencias sobre las figuras diabólicas como son: el diablo culto y teológico, del diablo popular y burlesco.
Enfático, dijo que la educación es la única arma para enfrentar el cuestionamiento de ¿qué hacer frente a la delincuencia organizada y la degradación social, la invasión del mal y el afán de siempre más dinero?.