Estas últimas semanas, donde todos hemos tenido un cambio de 180° en nuestras vidas, es normal que el cuerpo lo resienta.
Entre el cambio radical de la rutina y la constante exposición a la información y las noticias, el estrés está a la hora del día.
Además del estrés, la ansiedad y la depresión podrían tener brecha en nuestras vidas ante el constante cambio.
El aislamiento ha hecho que la salud mental de las personas se vea afectada y sufra de cambios en el apetito y dificultad para dormir.
La Academia Mexicana de Medicina del Dormir explicó que hay razones por las que no podemos dormir que están asociadas con el aislamiento.
Sobre todo, en la rutina, empezando por el repentino sedentarismo, pues al no movernos ni trasladarnos no estamos cansados al momento de dormir.
Además, la dificultad de conciliar el sueño se genera de acuerdo la teoría del hiperalertamiento por la contingencia.
El hiperalertamiento significa que no sentimos en constante amenaza, lo que nos hace estar más despiertos y alertas.
Lo que genera una activación cognitiva desarrollada en el pensamiento y las emociones, generando ansiedad y temor.
Explican que al no estar agobiados a despertar temprano para ir a trabajar o estudiar recorremos nuestro periodo de sueño.
Los adolescentes y adultos jóvenes son el sector que más padece este síndrome de fase retrasada.
Si estas afectaciones duran más de tres meses ya puede considerarse un trastorno por insomnio crónico.
Los doctores recomiendan tener horas específicas de sueño, lo más cercanas a las que teníamos antes de la cuarentena tratando de cubrir 7 u 8 horas.
Lo que más ayuda a dormir durante la noche es mantenernos activos durante el día, por lo que darnos tiempo para ejercitarnos es vital para dormir.
