La decisión de dos Senadores postulados por el extinto PRD y que decidieron “brincar” hacia la bancada de Morena, es el preámbulo de algo más grande.
Algo que se replicará en cada entidad federativa, a pesar de los berrinches que hagan los militantes de los partidos de oposición.
La decisión del tabasqueño José Sabino Herrera y de la michoacana Araceli Saucedo tiene muchas lecturas, entre ellas, la económica.
Ambos legisladores arribaron al Senado como primera minoría.
Es decir, no ganaron, pero la cantidad de votos que obtuvieron les permitió tener un escaño en el Senado.
Y sin partido que los respaldara (el PRD perdió su registro a nivel nacional luego del 2 de junio) y sin el yugo de la Chuchocracia, tomaron el salvavidas que desde Morena les aventaron.
Pero algunos dirán: “Eran perredistas… ideológicamente están más cercanos a Morena que al PAN”.
Pues los panistas también hicieron lo propio.
En el Congreso de la Ciudad de México, el diputado panista Luis Chávez se dio cuenta que estaba del lado incorrecto de la historia y decidió dar el brinco hacia el partido guinda.
Lo mismo hizo la perredista Nora Arias y la priista Silvia Sánchez.
Y todo indica que este ejemplo cundirá en las legislaturas locales.
¿Podría sorprendernos que Carlos Peña, Isadora Santibañez y David González sean los sobrevivientes de la bancada priista?
Ella y ellos mantienen una relación estrecha con la dirigencia nacional de ese partido a través del cordón umbilical que representa Alejandro I.
¿Podría un legislador panista sorprendernos con un repentino gusto por el color guinda?
Es probable.
Ellas y ellos saben que la oposición juega un posición de desventaja en Zacatecas y en el 2024 nadie quiere ser un Apóstol de la Democracia, como lo fue antes del 2000.
Porque en el siglo pasado, la derecha y la izquierda competía con la tendencia a perder; era una medalla al mérito la derrota frente al sistema.
En el presente siglo, la oposición se acostumbró a ganar… y al dinero.
Y los opositores en Zacatecas no tienen consistencia democrática.
Saben que ahí está el dinero con el que pueden comprar casas de 11 millones de pesos o instalar invernaderos inservibles.
Harán lo necesario por acceder al dinero público; son huérfanos y saben que el péndulo del poder se desplazó.
Y vivir sin presupuesto es vivir en el error.