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jueves, marzo 28, 2024

El oficio de embellecer a la muerte

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En los últimos 15 años ha visto más de 2 mil muertos… ha visto a la muerte.

A pesar de ello, nunca ha visto apariciones ni cosas y -por supuesto- no ha dejado de dormir.

Su respuesta es tajante: No pasa nada.

Incluso, para Benjamín Alvarado Hernández, embalsamar cuerpos es todo un arte.

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Cuando inicio en este trabajo tuvo sensaciones encontradas pues no sabía si hacia algo malo; pero, como en todo oficio, siempre hay un maestro que guía para aprender las técnicas para embellecer a la muerte.

La persona que me enseñó el oficio me dijo: ‘cuando hagas esto eleva una plegaria a Dios, discúlpate por entrar en su obra y dile que solamente es para conservación’. Ahora sé que voy a hacer algo bueno para la persona fallecida y para su familia.

Sin embargo, es un trabajo que puede dar miedo; reconoce que se debe tener un estómago fuerte y hay que sentirse cómodo ante la muerte, “aunque suene extraño”.

Si no es así, no se aprende.

Después de 15 años haciendo este trabajo, para Benjamín es natural narrar el proceso para el mismo.

El cuerpo primero es desinfectado con líquidos especiales; se realizan dos incisiones en el cuello de 2 a 3 centímetros para encontrar la arteria carótida y la vena yugular.

Por la carótida se introduce una cánula para inyectar casi 4 litros de un químico que está elaborado a base de formaldehidos; se masajea el cuerpo completo para que circule. Por la yugular se extrae la sangre.

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Posteriormente “se sacan los líquidos y gases del estómago como si fuera una liposucción, pero sin abrir el cuerpo. Para finalizar, se pone escabicida para frenar el proceso de descomposición natural”.

Al terminar esta intervención, queda listo para que el cuerpo permanezca hasta una semana al aire libre sin peligro de descomposición.

Lo más triste que he hecho es embalsamar niños, aun no me acostumbro pues apenas van a empezar a vivir y ya todo terminó.

— ¿Le han hecho pedidos especiales?

Que les pintemos el cabello, les acomodemos la barba con un estilo en especial, que se les ponga un atuendo específico, desde una playera de un equipo o un atuendo fuera de lo común.

— ¿Hay casos que no quiera atender?

Los casos más difíciles que he tenido son cuando me llegan cuerpos de accidentes automovilísticos, de mineros o cuando hay asesinatos y vienen acuchillados pues han llegado completamente degollados. Son casos que no se quisieran tomar pero tenemos una responsabilidad moral.

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— ¿Cuántos cuerpos ha embalsamado?

— Cuando llevaba 5 años tenía una cuenta de alrededor de 2 mil cuerpos. Ahora –la verdad- ya perdí la cuenta.

Sin embargo, la mayor satisfacción que tiene es cuando escucha comentarios como parece que está dormido o qué bonita se ve.

Ahora, su hijo de 17 años le acompaña durante el proceso de embalsamamiento “y nunca le ha dado miedo” pero duda que siga este oficio.

— ¿Es difícil este trabajo?

— A veces es más pesado andar cortando frijol que hacer un trabajo de embalsamamiento.

 

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