Alguien tiene que cuidar a Santa

A las 10 de la noche del 24 de diciembre, cuando Paloma y su familia se disponían a iniciar el ritual del acostamiento del Niño Dios en Zacatecas, al sur del país el padre de Alex se alistaba para salir a patrullar en tierras convulsionadas por la violencia.

Por un momento el tiempo se detuvo para Paloma cuando inició el Santo Rosario; la pausa tras el “Ave María Purísima” pareció eterna para ella y como si se desdoblara en el espacio y el tiempo “voló” hasta ese militar de 38 años, delgado y de piel tostada por el sol.

En silencio pidió a Dios que lo protegiera de todos los peligros y que le concediera pronto regreso sano y salvo. Fue la misma petición en cada misterio.

La Nochebuena estaba en su esplendor, Alex y sus hermanos entre cánticos vestían al Niño Dios frente al Nacimiento y su padre, en un campamento en despoblado se uniformaba, checaba que sus botas estuviesen lustradas y se colocaba el casco y el chaleco. Esperaba la orden para salir de patrullaje.

Aún en Nochebuena la disciplina militar no se relaja y menos en esas latitudes del país en que el Ejército permanece alerta.

En vísperas de Nochebuena, por la tarde, el padre de Alex dispuso de unas horas de sueño para reponer energía y una comida relajada.

A las 7:39 de la noche llegó la tan esperada llamada para Alex transformada en mensajes audiograbados de whatsapp que se prolongaron hasta poco antes de las 8 de la noche.

“Esta parte es la más difícil”, confesó Paloma al referirse a tener qué contener las emociones de su hijo que a veces de desbordan, “sobre todo en fechas como esta, o en su cumpleaños por ejemplo”, explicó.

Y sin más preámbulo describió los mensajes que intercambiaron padre e hijo.

“Lo primero que le dijo mi niño a su padre con una voz muy expresiva fue: ‘Papito esta noche llega el Niño Dios’.

“Y siguió contándole que él esperaba que le trajera un trenecito y una nave espacial. Fue verdaderamente emotivo cuando le preguntó que qué le había pedido él”, comentó Paloma.

“Con un buen humor, habitual en mi viejo cuando habla con Alex, y tras sonora carcajada le dijo ‘no mijo, yo no le pedí nada. A mí ya no me trae nada, pero a ti sí te traerá, lo que te traiga lo debes agradecer’.

“Se dijeron que se querían, que se extrañaban y se mandaron besos”, continúo Paloma.

Algunos días antes, como ejercicio del jardín de niños, Alex y sus compañerosle hicieron un carta al Niño Dios que enviaron realmente por correo, narró la madre.

“Al volver del correo, cuando fui a recoger al niño del kínder me dijo con voz muy apesarada: ‘mami, ya envié la carta, pero creo que no debí pedir lo que pedí, sino que trajera a mi papito de regreso aunque sea para Navidad”, dijo Paloma con los ojos rasos de agua.

Tras la conversación entre padre e hijo, Paloma retomó la comunicación:

“Le pregunté que como se sentía, lejos de nosotros en una fecha tan señalada. Es que no me lo creerá –dijo- van casi seis años de matrimonio, ninguna Navidad hemos estados juntos por su trabajo, pero no me puedo resignar.

“Esta es la segunda Navidad que pasamos todavía más separados, el tan lejos y nosotros aquí.

“No me quiero quebrar cuando hablamos, pero sí me cala.

“Él me quiere dar ánimo y entre broma me dijo: ‘Tu tranquis. Alguien tiene que cuidar al Santa Claus, no lo vayan a secuestrar acá, y ya no llegue con mi niño”.

La cena de Navidad para el padre de Alex fue una sopa Maruchan y un café negro… sin abrazos ni regalos en el frente.