Sólo las unía el dinero. Cuando se acabó, no hubo más interés. Ben Ammin
Sin liberarse de su pasado alonsista y atrapado por los leales a Roberto Luévano, Enrique Flores intenta darle gobernabilidad a un municipio que no gobierna.
Con cuatro meses al frente de la administración pública municipal, el empresario agroindustrial se acoge a los beneficios que le está entregando el gobierno estatal para no hundirse.
«#Guadalupe, quien antes nos recibía con «los baches abiertos» ahora volverá a recibirnos solo con ‘los brazos abiertos'», escribió Alejandro Tello Cristerna el pasado 12 de enero, cuando puso en marcha el Programa Integral de Bacheo, Pavimentación y Reencarpetamiento de Calles y Avenidas.
Para Enrique fue oxígeno puro la decisión tomada por el gobernador porque la demanda de bacheo fue una constante para la administración de Roberto Luévano, que no pudo cumplir.
Pero al interior del ayuntamiento las cosas no parecen ser mejores: tiene un cabildo que parece responder más a las exigencias del presidente estatal del PRI que a las decisiones del alcalde; además, lidia con un Contrarlor Interno por demás beligerante.
Y el mejor ejemplo de que es un alcalde secuestrado está a su izquierda, en la figura de Erika del Cojo, quien durante la administración de Roberto Luévano fungió como directora de Desarrollo Económico y hoy es la Síndica del ayuntamiento.
Era tan grande su poder que, mientras Enrique Flores estaba en campaña y ella era candidata a integrar el cabildo guadalupense, se le veía cotidianamente en la oficina de la Dirección de Comercio Interior de la Secretaría de Economía del gobierno del estado.
¿Hacer campaña? ¿Con qué objeto?
No había contrincante que pudiera competir con Enrique Flores (aunque en Morena aún argumentan que postularon a sus mejores cuadros) ya que el entonces candidato a presidente municipal tenía a uno de los mejores operadores políticos del PRI: Roberto Luévano.
Y parece que aún está cobrando el favor.
Lo peor es que de su pasado alonsista carga con peso muerto, que no ayuda… pero como pesar cargarlo.
La bendición
Parece que el Hotel Sevilla Palace, en la Avenida Reforma de la CDMX, se convierte en la base de operaciones de Pedro de León. Hospeda a sus leales y se reúne con líderes partidistas como Alberto Anaya, Gerente General del Partido del Trabajo. A la reunión se unió otro felino: José Narro.
